Tuve un momento de comunión con el universo.
Recuerdo ese verano, estaba con mi ya ex pareja en casa de un amigo y las cosas empezaban a ser muy duras.
El día transcurrió tranquilo a pesar de todo, estuvimos comiendo, charlando… Calor tórrido como sólo en el sur. Durante todas las horas la piscina protagonista de la reunión, entrábamos y salíamos de ella a placer. Una copa en la mano, charla, preocupación, olvido… Otra copa en la mano, miradas esquivas, charla amena, dolor oculto… Y así se escapó la tarde tras la puesta de sol.
Aparente indiferencia, fingimiento, y un fuerte esfuerzo por superar un acto tan común como una sencilla barbacoa en casa de un amigo… Que ya no volvería a ser. Ni el uno, ni el otro… Presientes, sabes, ves en el futuro, notas el crujir de las torres, el crepitar del fuego y con una copa en la mano, en plena charla amena con dos amigos, esperas paciente y temerosa con gesto impasible a que los pedazos comiencen a caerte encima…
Miradas esquivas, ojos sin fondo, sonrisas que se fingen por no incomodar…
Y con una copa en la mano llegó la noche y el calor se quedó con nosotros.
Fue sólo un momento, una ocurrencia, una llamada… Varias veces me había sumergido, redimido y bautizado en el agua, pedido en silencio por mí a través de oraciones que palpitaban en mis venas… Me levanté y caminé las escaleras de azulejos pequeños, resbaladizas, embriagada… Más por mi sentir poseído de dolor que por el alcohol ingerido. Fue sólo un momento y ya estaba en el agua… Mi cuerpo se deslizó tras dejar la copa en el borde, mi cuerpo se deshizo, buceé, abrí los ojos pecado en mí, buceé y salí a la superficie completamente inundado mi pelo, me dejé mecer… Estiré los brazos y dejé morir mi cuerpo.
Sólo el murmullo amplificado de mi respiración, vagando a través de un pequeño espacio, el líquido turquesa y derretido me acunaba, todo quedó lejos de pronto, no había nadie más. De nuevo mis ojos decidieron abrirse como ventanas empujadas por un viento interno y antiguo, el espectáculo era colosal: una cúpula de estrellas se convirtió en el techo infinito de mis pensamientos, los negros ya lejanos, los azules presentes… Mi pulso latía, su palpitar en mi cabeza, mi cuerpo abandonado, tomada por el agua, y cada estrella me habló y pude oírlas a todas.
(Tu pure, o principessa, Nella tua fredda stanza Guardi le stelle che tremano D'amore e di speranza!)...
Quizás volví a ser niña a punto de nacer, quizás niña en brazos de mi padre, quizás mujer cruzada por el líquido que sentía me atravesaba y sostenía, quizás por un momento Dios quiso regalarme paz. Y la paz fue infinita…
Comulgué con todo el universo hasta no saber si estaba al revés o al derecho, si giraba o estaba quieta. Todo había desaparecido, y sólo un acto de amor desesperado se me antojó similar años atrás en el recuerdo. Momentos en los que no eres nada para serlo todo, puedes oír a las personas al otro lado del mundo, sentir como crece la hierba, oler el cielo, tocar el espacio y reconocer el sabor de lo efímero y lo eterno que paradójicamente se unen en perfecta comunión.
Y sostenida por manos invisibles soñé despierta, y sentí la existencia absoluta del firmamento como en aquel acto de amor desesperado… Penetrada de forma absoluta hasta lo más profundo de las entrañas, sin que quedara hueco vacío en mi. Como aquella tarde mientras recorría tu cuerpo en una habitación de hotel, y no, no importaban ni la vida ni la muerte.
(Ma il mio mistero e chiuso in me, Il nome mio nessun sapra! No, no, sulla tua bocca lo diro, Quando la luce splendera! Ed il mio bacio sciogliera Il silenzio che ti fa mia!)...
Hay momentos de gloria y nunca sabes cuándo llegarán. Pero lo cierto es que son regalos de Dios en mitad del camino oscuro.
Los guardo.
Son míos.
Para siempre.
(Dilegua, o notte! Tramontate, stelle, tramontate, stelle! All'alba vincero, vincero, vincero!)
¡Que nadie duerma! ¡Que nadie duerma!¡ Tú también, princesa, en tu fría estancia miras las estrellas que tiemblan de amor y de esperanza! ¡Mas mi misterio se encierra en mí, mi nombre nadie lo sabrá! ¡No, no, sobre tu boca lo diré, cuando resplandezca la luz! ¡Mi beso deshará el silencio que te hace mía! Mi nombre nadie lo sabrá, Al amanecer deberemos morir ! Morir ! ¡Noche, disípate! ¡Pónganse las estrellas! ¡Pónganse las estrellas! ¡Al alba venceré! ¡Venceré, venceré!
(Tú ya vives con las estrellas y en tu voz aún resplandece la vida del eterno despertar. Gracias).