jueves, marzo 26, 2009

RENACIMIENTO

"El final de un viaje siempre lleva consigo el principio de otro"

("Renacimiento", Ariam Ram. Gracias a MOBTOMAS, me inspiró para el nombre).

Sí, quizás debería dejar de sentirme culpable por estar sentada frente al muelle escuchando gaviotas extranjeras. Debería dejar de sentirme culpable por poder oler el sieno, lodo marino muerto sobre cemento. Debería dejar de sentirme culpable por ver la sombra de mi mano contra el papel, rodeada de dulce ocre. Por ver las montañas del horizonte cubiertas de bruma mientras la fina brisa envuelve mis gasas de difunta que resucita al leve sol de la tarde que se marcha. No debería sentirme culpable por llenar de aire limpio mis pulmones y exhalarlo pausadamente. No por escuchar el lenguaje de las aves y el rumor quedo del mar. No por estar a cientos de kilómetros del todo y del vacío. No, porque no pertenezco a nadie ni a nada, soy una ínfima parte de Dios y la consecuencia de mis actos. Y todo ello me trajo esta tarde aquí. Y desde aquí despido con flores imaginarias las cenizas del pasado y limpio mi alma en ritual silencioso. Me deshago dolorosa y dulcemente de los harapos de lo que ya no existe y soy capaz de sentirme tan profundamente sola que hasta el bostezo de la tarde me llena de paz. No hay máscara, no hay juego, ni disfraz, ni mentira, ni verdad. Soy yo. Sólo yo. La esencia oscura de la muerte se disipa, se esparce, sale por cada sereno poro de mi cuerpo sin acto más violento que la pausada respiración de mis agallas. Las verdaderas despedidas se producen en lo más interno del ser, en lo más escondido. No, no he de sentirme culpable por tener la fortuna de pasar así mi duelo. El mío. En tu milenaria compañía.

(Carta en pago al primer acto psicomágico: "viaje en la vida").

No, no fue ese el billete que compramos. Se abrieron los ojos entre lágrimas y risas y asistimos de la mano al teatro de la vida, como actores espontáneos sobre el escenario siempre inconcluso que conforma el universo, cuya única y aparente frontera es nuestra propia epidermis. Ay si aprendiéramos que no son más que alambradas que sempiternas y oxidadas esperan su derribo.
Mar.
TOQUINHO - ACUARELA

“No, y sigo diciendo que la culpabilidad es inútil. El error está permitido, siempre que se cometa una sola vez y dentro de una búsqueda sincera de conocimiento. Ésa es la condición humana: el hombre busca el conocimiento, ¿y qué es el hombre en busca de algo sino, por definición, un ser errático? El error es parte integrante del camino. Abandonamos esas experiencias negativas, pero sin arrepentimiento alguno. Nos habían abierto la puerta del verdadero acto poético. Para hacer una tortilla hay que romper los huevos”. (...)

“¿Y el despertar? Las tradiciones espirituales hablan de los que han despertado…

"Despertar es dejar de soñar, desaparecer de ese universo onírico para convertirse en aquel que lo sueña”.

Alejandro Jodorowsky.

“EL DESPERTAR DE LA DURMIENTE” (“Los Colores de Ariam”)>>>>

Gracias YOLE, con tu acostumbrada sutileza me dejaste una pluma de ángel en el camino…

domingo, marzo 01, 2009

CATEDRALES MILENARIAS

"ECLIPSE", Mar Cantón.

...Por último, la acusaron de algo parecido a destruir “catedrales milenarias”… A lo que su ya casi cadáver respondió en silencio y sin mirada, con oídos rebosantes de indignación y muchísimo cansancio:

- (Ah, ¿Pero conocéis alguna? Yo pensé que no creíais en esas cosas salvo porque alguien las cantó alguna vez… Sí, ese chico (*) siempre tan resentido que decía vivir en otros planetas, alguien me lo presentó, alguien que vendía billetes interestelares a ninguna parte… ¡Que le pongan una estatua!). (De pensamiento y obra…).

Y quedó rendida, lesa, su fantasma realizó los últimos y necesarios esfuerzos por ella y todo sus órganos, demasiado expuestos a la radiación, hasta recoger los últimos pedazos de su templito, insertándolos en un puzzle de arterías y vísceras laceradas cada uno en su lugar correspondiente. Y se introdujo de nuevo, tras la ardua tarea, en su famélico cuerpo, devolviéndole el soplo de vida que, dormida, agradeció con un suspiro de un azul marino casi extinto.

Y mientras ese fantástico anuncio le preguntaba desde la televisión si le gustaba conducir, sus ojos construyeron con mil mariposas una nueva sonrisa tras el último y agotador viaje, y llenos de brillo sintieron como páginas en blanco inmaculado el resto de su vida… Completamente desconocida, justo en ese instante que se escapa para dejar pasar al siguiente sin tener en cuenta al que acaba de marcharse ya.

Es virtualmente imposible saber
a dónde apuntan tus misiles.
Saldré
para ver que han destruido esta vez.
Catedrales milenarias,
las promesas más sagradas.
Y sé
que no habrás dejado casi nada en pie.
Y si queda algo que se pueda salvar
lo vas a destrozar.
Y a mí ya me da igual,
yo ya estoy en otra parte.
Tus ingenieros nucleares están
preparando otro ataque
y van
tantos que ya no los puedo ni contar.
Andarán buscando un blanco
donde puedan hacer daño.
Y yo
protegiéndome de esta radiación
con mi nuevo traje del más duro metal
que pude encontrar.
Así que me da igual
dónde vayas esta noche a reclutar
a tu nuevo general.
No le deseo mal,
que le pongan una estatua.
("Anuncio para coches", Los Planetas).
Lugares sagrados, sin principio ni final conocidos, por ellos pasan luchadores de sueños, hacedores de magia, artesanos silenciosos que habitan su esplendor a lo largo del tiempo que los hombres nos empeñamos en medir, enriqueciendo estancias oníricas con enormes balcones al mar inundados de luz, temerarios aventureros de sombras, tejedores de la luz, constructores de espejos en los que poder vernos reflejados para ser más bellos o más terribles… Aquellos que dan la vuelta a su ser para mostrar sin pudor lo aprendido, y lo comparten, y lo regalan, y lo hacen tangible para nuestro deleite.
Aquellos que lloran, ríen, dañan, curan… Y convierten sus experiencias en enciclopedia a la que siempre poder recurrir cuando lloramos, reímos, hacemos daño, curamos, vivimos o morimos.
ÓSCAR CALAVIA es uno de sus moradores. Lo sé de oídas, pero el soplo es de la mejor confianza… Desde muy joven he escuchado pequeños retales de su prosa-encaje de viento, retrobulbar y bilateral, (como las orbitarias vacuolas de mis ojos que convierten el azul en miles de naranjas, cielo en mi mirada al cerrar los párpados y abrirse su revés). Y aunque ahora ellos, mis ojos, no puedan aún disfrutarlo, de oídas, lo gozo y comparto la alegría de la recompensa a su trabajo.
«Es agradable la sensación de libertad de Las botellas del señor Klein: uno no tiene claro si entre las manos lleva cuentos o una novela, si un puzzle o un espejo roto. Concebido como un juego, menos 'rayuelesco' de lo que el índice propone, será el libre albedrío de las múltiples historias lo que guiará al lector hasta su disfrute» (Paul Viejo, Público).
"Rozando como un soplo la piel, el Dermomante, quizá sin pretenderlo, hacía la luz sobre lo más íntimo, como si la piel fuese una entraña mucho más escondida que cualquier víscera. Quién sabe si nuestros enigmas no corren sueltos por la epidermis, en lugar de emboscarse en algún ventrículo secreto del corazón". (Fragmento perteneciente al relato “El Dermomante” de “Las botellas del Sr. Klein”, Óscar Calavia).
Suerte haber imaginado sin leerlo a su “Dermomante”, y así quedará rebautizada esta obra per secula seculorum, me temo, con la esperanza de poder disfrutarla en palabras algún día no lejano.
(Gracias a Diego Calavia, Mago y "familia" por encantamiento y antojo de los "códigos binarios", por la Antropología [profesión de ninguno de los dos] y por la amistad y vocación de nuestros hermanos de sangre).
Esta imagen ha sido una de las que han compuesto la exposición “El Ojo de Ariam (De Sirenas Des-terradas)” que concluyó el pasado día 26 de febrero. Hace algún tiempo Alberto Trinidad, escritor, cirujano del cielo y compañero de océanos me bautizó así en su templo de arena: Des-Terrada... Sirena. Y no se equivocó.
"Antes de nacer, en el feto de su madre, Alberto Trinidad tenía una amiga imaginaria con la que jugaba a juegos que no recuerda. Cuando finalmente fue extraído de esa matriz y expulsado al mundo en 1975, descubrió que su amiga imaginaria era su hermana gemela, y que no sobrevivió al parto. Desde entonces, Alberto Trinidad cree en las sirenas (...)".
… Porque sólo duró un día, un día muy especial en el que todos estuvisteis presentes. En persona y en esencia, representados en cada obra. Obras que fueron gestadas gracias a las ganas de seguir viviendo y expresando por encima de cualquier roca dura que quiera aplastar el alma. Esos templos, esas catedrales…
Son indestructibles.
"TRAS LA OLA", Mar Cantón.
Os lo he agradecido a todos mil veces pero no me cansaré de repetirlo y quiero aprovechar para aumentar la lista: gracias a mi madre, sin ella ni siquiera existiría yo (quizás el mundo fuera mejor así, jajajajaja, pero que se lo hubiera pensado antes ;), a mi hermana, Manuela Cantón, por sus maravillosas palabras y el apoyo incondicional, y a toda mi familia por soportarme estoicamente. A Javi, por su infatigable capacidad para dejarme estar “tranquilamente intranquila”, qué buen día echamos, ja! A David por estar a mi lado desde la “otra orilla” y no dejar de demostrarme que “la meta es el camino”. A Alberto, hermano de agua, por el bautismo, la amistad y el apoyo constante. A Ismael por guardarme los puntos rojos, por “estar” y querer “seguir estando”, a Agustín por aguantar mis nervios y no mandarme a hacer puñetas, a Manuel por cederme su espacio, su casa (Corral de Esquivel) y por regalarme esa gárgola papirofléxica llena de esperanzas buenas que nunca olvidaré. A Juan Ignacio y Nati por el esfuerzo inesperado que me llenó de lagrimillas emocionadas los ojos. A Lobo (pelusaloca) por presentarme a su chati, jajajaja (y dejarse ver, el puñetero). A Raquel por sacar un hueco sólo para estar a mi lado. A Cruz porque aunque aparezca y desaparezca está siempre. A mis compañeros de ex/trabajo por seguir apoyándome en cada paso importante. A Anabel la Cuentista y Manuel Amaro por “publicitarme”… (Qué ganas de ilustrar/os, de escribiros, de leeros...). A Diego Calavia por colocar al híbrido “Dermomante” en una de sus virtuales páginas mágicas. A LaCroix porque llevé flores en el pelo aunque nadie las viera y eso, sin duda, me dio suerte y fuerza. A Mato, Sonia y familia por esa tarde inesperada tras tantísimos años, convirtiendo en azul un rato muy gris... Y por supuesto a los “compradores”!!!
Me dejo una enorme lista atrás más no me salto a nadie pues todos vuestros preciosos minutos regalados están en mí, en mi pequeño, inquebrantable y sagrado templo: mi corazón.
Incluso los minutos que me faltaron, los que me fallaron, los que me negaron o me robaron… Así que gracias también a las nubes oscuras y a las máscaras, gracias al miedo, gracias a la experiencia y sobre todo, gracias a la vida y a la muerte, sin todos ellos esta entrada jamás hubiera tenido ni título, ni introducción, ni música… … Por poner un ejemplo.
A todos ellos les deseo “Un Buen Día”.
Me quedo con lo bueno, que ha sido mucho.
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