A su lado es serena, que no sirena. Ahora mira al mar desde sus piernas bien formadas en cuyo arco se esconde el vientre que le desea y lleva. Le soñó sin atrever a imaginarle ni darte forma, y bien es cierto que se sueña lo que se ha visto. Lo que una vez vieran unos ojos de niña. Ya no más océano oscuro, el mar es azul, y verde… Y como predestinada la mantuvo viva sabiéndole. Y las caracolas cuna, las estrellas blandas, las criaturas (y sus miradas) que fueran su única compañía en un trono sin rey alguno le bailan tras los ojos para que a través de ellos pueda verlas, él, parte de su médula ósea, sangre de su sangre, él en un camino que no se explica… Y a lo mejor ni quiere.
Eres paz, mi paz. Eres el principio y el final. Eres la luz que nunca se fue. Eres el sentido de cuanto aconteció. Ahora que el mundo ha cambiado, acá, adentro, desde el vientre que cobija el arco de mis piernas bien formadas que miran al mar. A la que fue mi casa y me mantuvo. Porque a tu lado soy serena, que no sirena.
Mar Cantón