Tu cama es tu cama.
Tu sofá tu sofá.
Tus cosas donde siempre… Tus cosas…
Viajar al infierno o al cielo es una maravillosa manera de valorar lo que quieres al regreso”
Cuánto más largo el viaje
con más ansias se retoma lo que se quiere”.
Un largo viaje, de esos que la vida te obliga a dar y no es por placer, ni es un crucero, ni un país exótico… Llega alguien, llama a tu puerta y te mete los billetes en el bolsillo. Sin más. Y sin apenas tiempo de hacer equipaje zarpas. Y zarpas te acribillan el alma. Miras atrás, no hay tiempo.
Es hora de partir.
Y siempre hacia adelante. Te pesa el alma que no la maleta. Maldices al invitado molesto que llamó a tu puerta, -¿Y si no hubiera abierto?- pero abriste. Ves pasar el paisaje como escenas ajenas a ti, pues si las asimilas como tuyas te matan al instante.
Hay que seguir.
Nadie te preguntó.
Estabas tan a gusto, en tu sofá, en tu casa, con tus cosas… Tan cómodo… Pero un buen día la dama fortuna gira y toca tu puerta.
Dejas atrás muchas cosas, te esperan lugares desconocidos… El viaje resulta eterno, agotador… Caminas, te caes, te levantas…
Sólo hacia delante.
Echas de menos pero ya está lejos. Ya no hay retorno. Viajas en círculos. El principio se ha difuminado, el final no es exacto. No hay guías ni excursiones programadas, es un viaje de ida, nada más.
Encuentras, conoces, maldices, te caes y te vuelves a levantar. Una sonrisa, una lágrima, otra noche. Cansancio. Compañeros de viaje. Gente desconocida.
Y te reencuentras, en la soledad del camino, no hay más que tú, los recuerdos diluidos y el deseo de alcanzar pronto el futuro, sea cual sea.
Llueve, hace sol, sigues caminando… Pasan los días. – Por qué abrí la puerta-
Pero la abriste.
Y cuando menos lo esperas, tras vueltas y vueltas, sin haber sabido que andabas en círculos te encuentras de nuevo frente a la puerta que no se sabe cuándo dejaste atrás, esa de la que apenas pudiste despedirte.
Cansado y con poco aliento recuerdas cuál era tu casa, buscas la llave –Es ésta- y temblando pruebas a ver si abre…
Y tu cama es tu cama. Tu sofá tu sofá. Tus cosas donde siempre… Tus cosas…
Viajar al infierno o al cielo es una maravillosa manera de valorar lo que quieres al regreso.
Y ya no importa quién te puso los billetes en el bolsillo. –¡Abrí la puerta!-
Cuánto más largo el viaje
con más ansias se retoma lo que se quiere”.
(Y a quién se quiere, a veces hay que irse muy lejos para reencontrarse, vuelvo a confirmarlo).
Mar Cantón
"...Aún te recuerdo, muchas veces pienso en ti.
Y hoy he pensado en volverte a escribir.
Agua de lluvia, agua de días que vendrán....
Me desperté sin ti, no volverás jamás.
Adiós Manuel, Lico Manuel, me voy
hacia el fondo, al mar de la nada".
No recuerdo quién fue
a la que tanto amé.
Qué cansado que estoy.
Recuerdos que al final
son un cruce de caminos.
¿Qué tal Lico Manuel?
Ya ves, vuelvo a donde empecé.