Y quizás descubro (no sin cierto temor) que lo que no me gusta es dormir, que no me gusta estar cansada. Quizás me esté revelando contra mi cuerpo y mis demonios. Quizás no hago (siempre) lo que todo el mundo: salir a la calle y pasear. Quizás me quiera beber la noche con la esperanza de sobrevivir al nuevo amanecer cargada con la misma energía, que de día, no poseo.
Quiero soñar despierta y no dormida, porque en sueños he de descifrarme y despierta, simplemente me creo y recreo a mi antojo.
No quiero estar cansada, ni dolida.
Quiero estar bien.
¿Y si pudiera no volver a cerra los ojos?
Oigo el canto de los pájaros, en esa perdida hora en la que me encuentro. Y siento temor. Temor a seguir despierta, temor a quedarme dormida.
Ahí están de nuevo...
Ilustración: Ray Caesar.
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