Para día raro despertar y tras el café (+ mi desayuno postmoderno), sentir un temblor de todo el entorno físico contigo dentro. Y no era el café, ni la leche, ni mi estómago tras el desayuno... Ni siquiera era yo, que acostumbro a marearme... Y por primera vez (y sin que sirva de precedente) me agarré al quicio de la puerta tratando de recordar las normas básicas en caso de terremoto.
Lo más impactante, lo que me hizo tomar conciencia de la situación exacta, fueron los sonidos. Como quien viaja en barco, sonidos ajenos y nuevos, sonidos rítmicos de muros y muebles crujiendo, comedidos pero prolongados. Y toda la estructura en acunado balanceo.
Qué grima el sonido.
Y qué fatiga cuando todo quedó quieto de nuevo.
Tenía que dejar constancia.
Joder, qué susto.
Un terremoto... bah!!! Ni un simple tembleque. Es que mentere del terreoto cuando lo escuche en la tele jejeje
ResponderEliminaryayayaya, joío, un simple tembleque...Seguro questabas sopa porque si llegas a star de pie, con tu estatura, te dura el mareo una semana...chiquitínnnssss
ResponderEliminarYo como testigo de un último piso de oficinas (en Sevilla), lo noté cual Greñuo mecío al viento. Sensación rara, rara, mezclada con mareo estraño.
ResponderEliminar(que todavía te dura, jajajajajaja, si aguantas un poquito lo estiramos hasta mañana, y ya tienes la media cogida para la finá carnavalera!!!).
ResponderEliminarBesazo.