miércoles, abril 30, 2008

Contándote mis olas…

Nos sentamos sobre una duna de arena virgen, el viento soplaba fuerte, muy fuerte, y yo, (silencio interior) contemplaba al mar desde la distancia suficiente y exacta. Querías pasear por la orilla, torpemente no encontré palabras para explicarte que con eso bastaba, con el lenguaje del viento envolviéndome, con el fuerte olor de las algas muertas, y de las vivas, con su sonido de olas quebradas… Ya estaba en mis ojos…

Despacio, había que ir despacio. Mantener la distancia es importante cuando te enfrentas al Ser, al Todo…

Ya estaba en mis ojos, y en mi piel, y en mis oídos, ya estaba germinando en mi entraña.

Y yo ya estaba allí.

Primera comunión…

Y tú conmigo…

Cómo explicar los símbolos, las señales, la lengua húmera del viento, la mirada del gran, gran azul.

No sabía cómo contarte que si me acercaba más hubiera sido probable que acabara penetrándolo con todo mi ser, desnuda por dentro y por fuera, sin importarme el frío ni las rocas…

Me llevaste al mar.

Y yo lo deseaba tanto…

Me dejé pasearlo, rondarlo… Rodear su orilla, su espuma… La llamada era intensa, tuve que agarrarme, sostenerme.

(Cruce de miradas infinito y antiguo).

- No puedo, no debo…

(Plenitud).

- Con estar aquí es suficiente. (Tú conmigo, mano a la que asirme).

En la mañana volvimos a pasear su lengua transparente. Hacía sol aunque el viento soplaba y la embravecía, me quité la ropa y decidida fui a su encuentro. (Extraña ansiedad). Las olas rompían con fuerza, amenazantes, lo rodeé de este a oeste, de norte a sur… Buscaba la entrada que me era negada por primera vez en toda una vida… Volví a buscarte dándome por vencida, me arrepentí, me di la vuelta, volví a mirarle con súplica y enfado… Rugía con más fuerza.

(Olas que rompían y rompían, altas, muy altas).




- ¡Déjame entrar, ábreme un maldito camino! ¿Qué te pasa? Vengo a bautizarme ¿Acaso no lo sabes ya? ¿Por qué me echas?

Necesario, vital… Me tomaste de la mano ayudándome a encontrar la senda, caminamos hasta dar con la puerta de agua (¡Y viniste conmigo!, yo que tan decidida y sola)…

No necesitaba más que sumergirme, sentirlo, vestirme de él, silenciar mis oídos con sus ondas submarinas… Y salir.

Alegría.

Ya había encontrado el mar que buscaba en tus ojos días atrás, sin esperarlo y desesperada. Lo supe con miedo. Y aquel baño sagrado completaba el deseo cerrando el círculo de ansiedad de semanas, de días, de horas.

(Despacio, había que ir despacio. Mantener la distancia es importante cuando te enfrentas al Ser, al Todo…).

Y entonces ocurrió lo inesperado: me giré un segundo para contemplarlo y contemplarte mientras mis piernas aún con escamas dejaban atrás el agua…

Mis piernas…

Cuando le vi tan cerca era tarde, me dejé tomar ante lo inevitable, arrastrar, empujar, arañar, tragar, escupir… El mar me echó del mar y me dejó en la orilla.

Lesa.

Qué dolor.

Qué sorpresa.

- Ya tienes piernas: camina.

(Ariam me hablaba entre la duda y el desconcierto, la vergüenza y la risa…).

Y con las heridas trazadas y curadas, con la piel rasgada y sin miedo, caminé con mis piernas y a tu lado.

Más tarde, de vuelta, vimos ponerse el sol.

(Descubriendo. Descubriendo. Descubriendo…).



MAR, EL PODER DEL MAR



"...El viento que se lleva la señora luna

para que luzca el sol, mi amor,

hoy sólo quiero decir...



Siento lo mismo por ti,

el mismo sentimiento por ti".

lunes, abril 21, 2008

Me encuentro envuelta entre olas celestes. En mi bolso un cepillo de dientes, un paraguas naranja, una caja de semillas de tréboles de cuatro hojas, todas mis gafas de ver, mi inseparable cuaderno de trabajo de campo y un billete hacia un lugar desconocido. Mucha luz. Allá voy. Allá estoy yendo. Hoy no hay imagen, no la hay. Ni canción... Son muchas. Estoy feliz. Tengo que visitaros tanto... Un abrazo enorme.

martes, abril 15, 2008

"El Hombre del Barco Mercante"

Durante una semana olvidó tomar sus pastillas.
Olvidó su nombre y su origen (aunque hablara de él constantemente, simplemente no lo recordaba).
Cada paso era un paso al frente.
Y cada paso al frente le hacía sentir en sus pies, dentro de los zapatos, cómo el ruido de cristales rotos se alejaba y quedaba atrás.

Fue una pedrada, un atentado certero que hizo saltar el vidrio y romperlo en mil pedazos. Una pedrada conjunta, desde ambos lados, aunque él ignorara por completo que estaba rompiendo un cristal de tiempo y soledad.
Quizás ahí estuvo la clave: si no hay nada que romper, nada puede romperse. No hay miedo, sólo hay que tomar lo que tengo enfrente, pues ha venido a que lo tome con descaro y una sonrisa.

Ella sabía que su vida era corta, como la de una palomita tras poner sus huevos. Tenía tanto miedo que se despedía en cada despedida y cada amanecer, al escuchar su voz, era un nuevo regalo, un día más que Dios o el Universo tenían a bien ofrecerle y volvía a vivirlo con toda su vida, con cada vena, con cada víscera, con los ojos abiertos de par en par para no perder detalle, aunque lo olvidara todo a cada segundo transcurrido, pues, por primera vez en mucho tiempo, no necesitaba guardar nada: ni una palabra ni una frase ni un sentido.

Necesitaba caminar a su lado y él la invitaba para no caminar solo, era así de simple.

Esa tarde recordó que durante una semana olvidó tomar sus pastillas. Un pequeño dolor en la sien la había sacudido antes de ir a la cama… Era poco el tiempo. ¿Cuánto? Se despertó con ruido de pasado y palabras, y pensó por primera vez en días… Pero su voz le dijo ven (aunque su corazón estuviera tan dividido como dos orillas unidas por el mar) y eso bastó.

Su cuerpo aún temblaba. Sus ojos cansados. Quedaba poco pero era el hombre del barco mercante, el que la besó tan dulcemente en aquel sueño y con una maravillosa sonrisa le dijo: "Pero tendrás que esperarme…". Y ella asintió. El océano turquesa, el cielo limpio, iluminado, el barco enorme y blanco… Él ni siquiera era pescador ¿Por qué estaba allí? Ella era una sirena (decían). ¿Qué hace una sirena con piernas sobre un barco?

Así que apuró su café tras sus pastillas, tendió la ropa, llamó a su madre, se duchó y fue a buscarle de nuevo, a esperarle tras la barra de su bar preferido.

Mar Cantón





A ti.

Y que conste que este hombre me trae por la calle de una amargura muy bonita.

domingo, abril 06, 2008

"Océano Mar" y mil gracias...

xx
SIRENA
Viento que sopla con guarnición de migraña
Cantos orquestados por la rutina, banda sonora habitual
Invadida por el deseo, pero atada de aletas y manos
En ayunas de amor, hambrienta de algas dulces
Náufraga en un bosque sin mar
Sirena a la que trasplantaron pulmones
Abordada por piratas en números rojos
por arrugas, persistentes recordatorios
Se asfixia en el aire de Realidad
xx
Romper el timón del barco
amarrarlo sin derecho a devolución
sin factura que pagar
Ciega de pasado
médium del eterno presente
Sueña que respira con agallas
libre de escamas
que se alimenta de corazones hallados en redomas flotantes
rodeada de estrellas
© Anabel
xx
"La Cuentista de Hamelin"
xx
A ella le dedico esta entrada cruce de sentimientos, comunión de pensamientos, nudos marinos de plata licuada. A la infinita belleza de sus palabras, a esas cosas que uno quisiera decir pero encuentra como tesoros en las palabras de otros... Y allí las encontré.
xx
GRACIAS ANABEL
xx
A ella le regalo la infografía que me nació al leerla, a AZPETIA se la ofrezco si le provoca lo que un día quiso.
xx
A todos os regalo mi alegría post química y médicos y mis ganas.
xx
Y digo: "He visto la oscuridad y la luz por ello a veces me llaman gris, penunbra... No es más que el color de la necesidad, la contínua búsqueda del equilibrio en un mundo lleno de contrastes en el que lo oscuro puede llegar a ser muy, muy oscuro, pero ansío la luz más brillante porque un día la toqué y formé parte de ella, del universo... Y nuestra condición de humanos no siempre nos permite alcanzar el misterio, el regalo... Quienes tocamos la luz siempre la buscaremos, quienes podemos tocar la luz podemos ver lo más oscuro, es el precio a pagar, quienes podemos tocar la luz y ver lo más oscuro nos debatiremos en la lucha que evita la locura.
xx
El gris, en este caso, no es tristeza, es sólo equilibrio".
xx
Mar Cantón
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...Lo primero es mi nombre,
lo primero es mi nombre,
lo segundo aquellos ojos,
lo primero es mi nombre
lo segundo aquellos ojos, lo tercero un pensamiento, lo cuarto la noche que se acerca,
xx
lo primero es mi nombre,
lo segundo aquellos ojos, lo tercero un pensamiento, lo cuarto la noche que se acerca, lo quinto aquellos cuerpos destrozados, lo sexto es hambre,
xx
lo primero es mi nombre,
lo segundo aquellos ojos, lo tercero un pensamiento, lo cuarto la noche que se acerca, lo quinto aquellos cuerpos destrozados, lo sexto es hambre, lo séptimo horror, lo octavo los fantasmas de la locura,
xx
lo primero es mi nombre,
lo segundo aquellos ojos, lo tercero un pensamiento, lo cuarto la noche que se acerca, lo quinto aquellos cuerpos destrozados, lo sexto es hambre, lo séptimo horror, lo octavo los fantasmas de la locura, lo noveno es carne y lo décimo es un hombre que me mira y no me mata.
xx
(...)
xx
Por primera vez después de días y días, verdaderamente lo veo. y oigo su voz desmedida y el fortísimo olor y, dentro, su imparable danza, ola infinita. Todo desaparece y sólo queda él, frente a mí, sobre mí. Una revelación. Se diluye la mortaja de dolor y de miedo que me ha robado el alma, se deshace la red de las infamias, de las crueldades, de los horrores que se han apoderado de mis ojos, se disuelve la sombra de la muerte que ha devorado mi mente, y en la luz repentina de una claridad imprevisible finalmente veo, y siento, y comprendo. El mar. Parecía un espectador, hasta silencioso, cómplice. Parecía marco, escenario, telón. Ahora lo veo y comprendo: el mar era todo. Ha sido, desde el primer momento, todo. Lo veo bailar a mi alrededor, suntuoso en una luz de hielo, maravilloso monstruo infinito. Él estaba en las manos que mataban, en los muertos que morían, él estaba en la sed y en el hambre, en la agonía estaba él, en la cobardía y en la locura, él era el odio y la desesperación, era la piedad y la renuncia, él es esta sangre y esta carne, él es este horror y este esplendor. No hay balsa, no hay hombres, no hay palabras, sentimientos, gestos, nada. No hay culpables ni inocentes, condenados y salvados. Hay sólo mar. Todas las cosas se han convertido en mar. Nosotros, abandonados por la tierra, somos el vientre del mar, y el vientre del mar somos nosotros, y en nosotros respira y vive. Contemplo cómo baila en su capa esplendorosa para alegría de sus propios ojos invisibles y finalmente sé que ésta no es la derota de ningún hombre, puesto que todo esto se trata solamente del triunfo del mar, y de su gloria, y entonces, entonces HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA, océano mar, poderoso océano sobre todas las potencias y maravilloso sobre todas las maravillas, HOSANNA Y GLORIA A ÉL, amo y siervo, víctima y verdugo, HOSANNA, la tierra se inclina a su paso y roza con labios perfumados la orla de su manto, SANTO, SANTO, SANTO, regazo de todo neonato y vientre de toda muerte, HOSANNA Y GLORIA A ÉL, refugio de todo destino y corazón que respira, inicio y fin, horizonte y fuente, amo de la nada, maestro del todo, HOSANNA Y GLORIA A ÉL, señor del tiempo y amo de las noches, el único y el solo, HOSANNA porque suyo es el horizonte, y vertiginoso su seno, profundo e insondable, y GLORIA, GLORIA, GLORIA en lo alto de los cielos porque no hay cielo que en Él no se refleje y se pierda, y no hay tierra que a Él no se rinda; Él, invencible, Él, esposo predilecto de la luna y padre atento de las gentiles mareas, ante Él se inclinen todos los hombres y eleven el canto de HOSANNA Y DE GLORIA ya que Él esá dentro de ellos, y en ellos crece, y ellos en Él viven y mueren, y Él es para ellos el secreto y la meta y la verdad y la condena y la salvación y el único camino para la eternidad, y así es, y así continuará siendo, hasta el fin de los días, que será el fin del mar, si el mar tiene fin, Él, el Santo, el Único y el Solo, Océano Mar, por quien HOSANNA Y GLORIA hasta el fin de los siglos. AMÉN.
A m é n.
A m é n.
A m é n.
A m é n.
A m é n.
A m é n.
A m é n.
A m é n.
A m é n.
A m é n.
xx
Lo primero es mi nombre...".
xx
Alessandro Baricco, "Océano mar"
xx
Esta melodía me hace sentir profundamente feliz, por ello lo acompaño todo con ella, y con las imágenes de una película que también me alegró poder ver. Muchísimo. El mar... Y siempre el mar.

martes, abril 01, 2008

"Cerrado por derribo" (Robando títulos ajenos)

"Este virus que no muere ni nos mata..."
CERRADO POR DERRIBO (Robando títulos ajenos)
El viaje en taxi le empezaba a resultar asfixiante y largo. Tras las gafas siempre oscuras dos ojos estaban deseando encerrarse en casa para rebosar. Las dos y pico, la salida llena de coches… Miraba por la ventanilla disimulando su paisaje interior, tratando de no verlo…

- Si le molesta bajo el cristal.
- No, no se preocupe.

Temía por su garganta, el aire aún frío de marzo le daba de pleno pero nada hizo por impedirlo. Ni un solo movimiento, nada merecía la pena hasta llegar a casa. Bastante esfuerzo era tragar lágrima salada con una sonrisa falsa y contestar al taxista que insistente le hablaba del tráfico, “como si la carrera la fuera a pagar él” –pensó-.

Por fin llegaron a su calle, no paró en el portal.

- Un poco más adelante por favor, justo en el semáforo.

Abonó, cogió la bolsa con las compras y se bajó. La tienda aún estaba abierta, quería vino dulce, le encantaba el vino dulce y su garganta no estaba para nada frío. No tuvo suerte, ni en la tienda ni en el bar, ni con el vino ni con el bocadillo que se le había antojado. Siempre que volvía de aquellas sesiones se auto premiaba con algún capricho. Subió la calle, entró al portal, miró el buzón de reojo, tomó las escaleras y llegó a la puerta. Sacó las llaves y abrió.

Arrojó la bolsa sobre la mesa… Una sábana bajera naranja, un cartucho de tinta para la impresora y un nuevo cuaderno de notas y dibujos… Era precioso, fue verlo en la papelería y enamorarse pero ni siquiera miró sus absurdos tesoros recién adquiridos, necesitaba aire. Abrió la reja del balcón tras la puerta y se sentó al sol. Volvió a levantarse y fue a la cocina: en la nevera vino blanco, no le apetecía demasiado pero era lo que había, así que descorchó la botella con toda la torpeza de la que era capaz y se echó una copa generosa. Encendió un cigarrillo, le abrasaba la garganta pero no le importaba demasiado y volvió a sentarse, al sol, con las gafas puestas, mirando a la nada, las piernas cubiertas de bota apoyadas en la barandilla…

Todo le daba vueltas, como siempre… Incapaz de retener la conversación al completo, removida hasta la médula. Una vez más abierta en canal y tripas descosidas hasta casa… Arrastrando sangre vieja.

- Estás mucho mejor, eres muy fuerte.
- Y entonces qué me pasa.

La conversación, no recordaba cómo seguía la conversación… No llegaba a obtener respuesta.

Se levantó de nuevo y entró al salón. Fuera gafas. Fuera chaqueta. Nuevo cigarro. Más vino. Y por fin el caudal rompió los muros de la presa. Se dejaba ahogar entre llanto y aire. Necesitaba romper, sacar, gemir, mal decir… No sabía qué hacer, dónde abandonar la mirada o el recuerdo… Memorizaba…

- Por qué veo lo que veo.
- Eres inteligente, más de lo que piensas.
- Pero meses antes… Ni si quiera sospechaba nada.
- Ya lo iremos estudiando, el inconsciente a veces va más rápido de lo que pensamos.
- Pero no consigo sentirme bien del todo ¿Por qué me pasa?

Y el hilo desaparecía de nuevo. Le había costado tanto confesarlo, decirle abiertamente aquello…

- Creerá que estoy loca, pero…

“Dios, qué estupidez… Por qué no insisto… Por qué no me levanto pongo cara de loca auténtica e insisto… Por qué mierda soy tan educada…”… Recordó aquellas palabras de Antonio que siempre le hacían sonreír…

- La próxima vez vas en camisón, te echas toda la melena sobre la cara y te meas allí en medio… Verás como te hacen caso…
- Jajajajajajaja…
- En serio.
- Si, como esa niña saliendo del pozo…

Cómo le echaba de menos… Pero a quién podía llamar, qué podía hacer… “Hasta mi loquera se hace la loca”… Y todo en su cabeza… Pensaba, daba vueltas buscando claves, una mirada, un gesto, pero no: la misma miserable receta.

- ¿Duermes bien?
- Si, muchísimo mejor, pero los sueños…
- Ya.
- Es que está pasando, todo pasa tal cual…
- Eres muy fuerte, ha sido un año duro. Te superas a ti misma cada día… Ah, disculpa, todo el sistema se vino abajo… Desde hace dos años pero nos dimos cuenta hace un mes por eso tardamos tanto, es una vergüenza…

Su ordenador no estaba… La TFT en la estantería, con la pantalla contra no sabía bien qué ¿Archivos, libros? “No recuerdo… Y a mi qué me importa, qué tiene eso que ver… No hay nadie, no hay nadie, nadie sabe nada, nadie me cree…”. Hacía mucho que no sentía la ira subirle por las sienes… Comenzó a llorar en un grito ahogado y a golpear el viejo sofá hasta hacerse daño con la puñetera madera “de qué sirve gritar, de qué llorar, de qué decir, es mío, sólo mío, sólo yo lo llevo, está en mi, nadie puede verlo, nadie se da cuenta…”. Y perdiendo toda esperanza se quedó parada, quieta, como paralizada. No más esfuerzo. No más.

Miró a la nada.

- Por qué no me hablas maldita.
(Silencio)
- ¿No eres tú ahora mi compañera de piso?, Siempre callada, siempre observándome…

Lanzó la copa ya vacía contra ella y se hizo añicos contra el aparador. Sentía ganas de destruirlo todo, sintió ganas de acabar con todo, pero ni siquiera ese era el camino, sabía que no era ese el viaje y desesperada, sin salida, se desplomó contra el respaldo del sofá, abandonada, lesa por dentro y por fuera. Fue a la habitación y se puso el pijama tras hacer una llamada.

- ¿Qué tal todo?
- Bien.
- ¿Ya has llorado otra vez?
- No, es la garganta, me duele, creo que me acatarré ¿Viste mi mensaje?
- No… Ah, si… Ya imaginé que hoy no vendrías.
- Preferí volverme, además no tengo buen cuerpo.
- Pero cuéntame, qué te dijo.
- Mañana te cuento mamá, todo está bien, es la garganta, voy a prepararme algo caliente.
- Bueno… Un beso.
- Un besito.

Esquivando los cristales se preparó un café y un par de tostadas. Quería aparentar ante ella misma que la tormenta se había disipado tan pronto como había venido, “todo irá bien, es el día nada más” – se dijo sin ningún convencimiento, al menos ya había cumplido- “Mamá ya está tranquila”. Encendió la tele… Daba igual… Un chico deportista, joven y al parecer conocido había muerto de cáncer con su misma edad… Sintió pena. Pero se le olvidó. De pronto recordó a aquél niño. Fue al cruzar el semáforo… Caminaba deprisa y él interpuso una carpeta con papeles delante de ella, hizo un gesto para apartarlo pero su vista acertó a leer “Ayúdanos a Construir un Centro para Sordo-Mudos”… Había unos cuadrantes, firmas extrañas… Le tomó el bolígrafo y mientras firmaba el niño le besó el hombro en silencio con una sonrisa. Ella lo miró ensimismada, cuando volvió al papel vio que había escritas cantidades de dinero, lo que cada firma había aportado. Dudó un segundo, escribió diez euros y se los dio. El niño la miró lleno de agradecimiento acariciándole el brazo, y al ver el brillo de sus ojos no puedo reprimir estamparle un beso en la cara y seguir caminando completamente llena.

No importaba si era para un centro de sordo mudos o no. Esa sonrisa y ese beso no estaban pagados con nada.

Se hizo un rosquito en el sofá y pronto se quedó dormida. Y soñó. Una vez más soñó. Le vio entrando en su cocina de un largo viaje. Ella, en pijama, le ofrecía algo de beber abriendo la ventana en vez de la nevera. Tenía cara de cansado. No sabía si quería que estuviera allí o no. Pero no podía notarse, había venido desde muy lejos sólo para verla, desde tan lejos…

No sabía cuánto tardaría en venir… ¿Días, semanas, meses?... Era una tortura. Ya no podía más con aquello. El aire volvía a faltarle. Esta vez no dejó notas, se levantó y volvió a vestirse. Llevaba dinero suficiente para “ese taxi”. Y ya daba lo mismo. Odiaba las despedidas así que apenas si miró de reojo a su compañera de piso: la soledad le quitó las amarras, en silencio, como siempre. Cerró la puerta tras de sí sin echar la llave por primera vez. Bajó las escaleras, salió del portal, miró de reojo al buzón, con lágrimas en los ojos a los gatos y comenzó a caminar perdiéndose en la oscuridad de la autovía.
"... Este rosario de cuentas infelices
calla más de lo que dice
pero dice la verdad".

Cuando llegó llamó a la puerta cubierta de polvo. Siempre estuvo cubierta de polvo. La mochila le pesaba y la dejó en el suelo. Nadie respondió al otro lado –Habrá salido, la ventana estaba abierta- pensó. Y cansado se sentó en la escalera a esperar deseando algo fresco que llevarse a la garganta y abrazarla de nuevo. El camino había sido largo para llegar hasta allí.

Sólo para verla una vez más.

¿Dónde coño están los poetas esos que se atreven a nadar sin guardar la ropa?




"No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazóntan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo...".
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