"MAR BandejaDePlata MAR Infernal"

Yoshitaka Amano

Sentada al sol de mi casa que me arropará hasta dentro de un rato. Día luminoso y azul. Un poso levemente oscuro y desgraciadamente conocido en mi alma. Ya no me duelen, los convierto en datos para mi cuaderno de bitácoras ¿Me estaré volviendo fría o sólo es que aprendí a defenderme de ellos, de los posos oscuros y las sombras?

Siempre me gustó sentir, en ello se basó mi vida en todos los aspectos: sentir desde el acto más cotidiano hasta el más inesperado, lo dulce y lo amargo, lo real y lo ficticio ¿Me tocó crecer acaso? Y yo que sigo luchando en contra, pero qué difícil cuando ya no quieres ver más tus entrañas desparramadas por el suelo.

Con la inocencia de una niña entré en mundos si me eran abiertas sus puertas, ahora suelo salir de ellos con la desesperanza de una mujer.

Debo ser yo, pienso. Más no encuentro un por qué.

Y de tanto preguntarme me convertí en nada.

Y ahora que empiezo a ser yo misma, aunque diferente y marcada, ahora que me sé fuerte, ahora que tengo que ocultar la sensibilidad de manera casi constante, ahora que tengo un mundo por descubrir (como siempre), aunque lo que cada día aprendo sea convertido en datos, he de confesar que afortunadamente sigo sintiéndolo todo. Sigo sin entender por qué. Cada vez tengo que luchar más contra el miedo, y cada día, a mi pesar, aprendo a jugar mejor al escondite.

No me gusta. No, definitivamente no.

Pero he de confesar, sin haberme rendido todavía, que se vive más tranquilo en este mundo al que apenas acabo de llegar con la puerta cerrada y el cerrojo echado. Y lo digo con desazón no con alegría, pues repito:

No me gusta.

Hace apenas un rato entré en el blog de AMOR y le leí esto:

“A menudo la vida nos trae por un camino que no preveíamos, y el dolor nace, y a menudo todo lo que escribimos y hacemos parece una batalla para ganarse el cariño del otro, y así es, y uno se deja llevar por su niño y por su desamparo y hace reproches, sin darse cuenta de que el reproche hace más daño que el silencio.La vida es una tormenta, vivir es una tormenta, estar vivo es una tormenta, escribirse es una tormenta, querer que te quieran una tormenta, y los demás hacen lo mismo que uno: se dejan llevar por lo que sienten, y raramente hay manera racional de lidiar con eso, la disculpa más extensa es inútil, la carta más amable es inútil, si antes has creado un sentimiento de rechazo con una actitud precipitada, la salvación en el cariño de la otra persona se ha alejado un paso más, y sin embargo te sigues diciendo: hazlo, haz lo que sientas, desahógate, ese es el camino, tu niño que hace reproches también es el camino, aunque duela, déjate llevar por lo que la vida de dentro te dicta.Lo más poderoso del universo es el aire, el aire es el espíritu, que sople y nos lleve, que me lleve a ti".

Y así le respondí:

“Es curioso, he entrado a leerte porque sí y me encuentro esta preciosa entrada AMOR. Me hace reflexionar porque últimamente en la vida todo se me representa tal y como bien describes: el conflicto entre no querer perder el cariño de alguien y sembrar una duda o la desconfianza y ser uno mismo, el decir abiertamente qué no te gusta o te hace sentir mal... Dar rienda suelta al niño llorón aún a sabiendas de que esto poco bueno habrá de traerte. Y también es cierto que cuando lo hace quien está en frente de ti duele. Que a veces se crean cismas, todo se fractura tontamente... Pero quizás el AMOR sea algo que parecemos haber olvidado en general en los últimos tiempos, algo tan simple como el perdón. El respeto y la curiosidad cariñosa que brinda segundas oportunidades y que yo ya, rara vez encuentro en nadie. Luchar contra el miedo a la valentía de decir o escuchar, contra la posibilidad de convertirse uno en un ser huraño y esquivo. Hoy por hoy seguiré luchando contra ello por muy pocas (aunque preciosas) recompensas que encuentre en el camino. Gracias por hacerme reflexionar y por brindarme el redescubrimiento del AMOR y de AMOR. Siempre tan presente. Un abrazo de niña, Mar”.

Y mi abrazo es de niña, si. De niña de agua, pues si me abren la puerta con la inocencia de una niña seguiré entrando, viva como viva y ahora más que nunca, en estos tiempos en los que la “soledad” parece un premio y las primeras o segundas oportunidades, la curiosidad por el otro un bien tan escaso, y rendirse sin luchar o por miedo, un acto tan común.

Es sólo un modo de pensar no sé si equivocado, pero como dice el refrán “A buen entendedor pocas palabras bastan”.

"...Y pasó tanta gente por delante que nadie me vio".

Con una sonrisa…

Mar “Bandeja de plata”, Mar “Infernal”.